Comentario
El Reino nigeriano de Benín, fundado en el siglo XI, limitaba al Este con el río Níger, al Sur con el Atlántico, al Norte con la sabana y al Oeste con los reinos yorubas. Fue el reino que desarrolló un arte escultórico más completo y perfecto por encargo de sus "obas" o reyes, en materiales tan diversos como bronce, hierro, marfil, cerámica y madera. El arte africano figurativo se refugio en el Reino de Benín, conforme el Islam con su prohibición de realizar esculturas de seres vivos fue avanzando por los distintos reinos negros. En Benín se realizaron magníficas estatuas, mascaras, representaciones divinas de antepasados, y también objetos más modestos e instrumentos musicales, siendo las piezas más antiguas hasta ahora conservadas unas máscaras del siglo XV. Este arte tenía una función político-religiosa en las ceremonias de culto y en los rituales de los reyes, cuyos poderes tenían casi siempre una base religiosa. Los "obas" o reyes detentaban todos los poderes y estaban dotados de fuerzas sobrenaturales, manteniéndose alejados del pueblo, excepto en las grandes ceremonias religiosas en las que se efectuaban sacrificios humanos. La base del poder económico de los "obas" era el monopolio sobre el comercio de esclavos, de marfil y las semillas de palma; esta riqueza les permitió crear la gran ciudad de Benín, su residencia, de forma rectangular y rodeada de una alta muralla de barro con un gran foso, con casas de arcilla en calles rectangulares en donde había altares en los que se rendía culto a los antepasados. El gran palacio del oba, era a su vez una ciudad dentro de la ciudad, rodeado por recinto amurallado en donde se encontraban varios edificios y patios.
En 1485, reinando Ozolva, decimoquinto oba, llegó a Benín la expedición portuguesa de Joao Alfonso d'Aveiro, iniciándose desde entonces un continuado comercio con los europeos, a la vez que hacían su presencia los primeros misioneros cristianos.